Su triunfo electoral fue considerado
como el mayor fraude político de la historia
mexicana. El 17 de noviembre de 1929 se llevaron a cabo las elecciones
presidenciales extraordinarias, organizadas por el presidente interino Emilio Portes Gil, luego del asesinato
del presidente electo Álvaro
Obregón.
Durante elecciones
extraordinarias, Ortiz Rubio se enfrentó, por una parte, al candidato
obregonista Aarón Sáenz y, sobre todo, se enfrentó a la
candidatura ciudadana del ex rector de la UNAM, José Vasconcelos Calderón, candidato
del Partido Nacional
Antirreleccionista. Su elección estuvo plagada de irregularidades, fue muy
disputada y existen dudas sobre la veracidad de los resultados oficiales que
permitieron a Ortiz Rubio convertirse en presidente. Tras su discutido triunfo
y se convirtió en presidente de
México tomando posesión el 5 de
febrero de 1930. Como ya era tradición, Ortiz
Rubio tomó posesión en el Estadio
Nacional sobre la calzada de La
Piedad. Terminada la ceremonia el nuevo mandatario se dirigió a Palacio Nacional para instalar a su cuerpo diplomático
y recibir felicitaciones.
Entregó la presidencia
provisionalmente a Abelardo L. Rodríguez para
después viajar hacia los Estados
Unidos. En 1935 regresó a México.
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